martes, 26 de mayo de 2009

Osmosis

No le echo de menos a él sino a la persona que fuí cuando estaba con él.
No echo de menos ni su olor, ni sus ojos ni su risa. Sólo hecho de menos aquella parte de mí que sabía cómo ver, cómo oler y cómo escuchar.
No echo de menos la felicidad que él me dió, sino el interior que supo recibirla, plantarla y cuidarla.
Me echo de menos a mí mismo.
A aquel "enfant terrible" que soñaba en verso y dibujaba universos de papel con la prosa de sus manos.
A aquel viajante freudiano, devorador de sentimientos y amante de las causas perdidas.
Aquel romántico poeta enfermo de amor dispuesto nadar por las aguas del inframundo sólo para reunirse con su compelemento.
Al iluso.
Al crédulo.
Al inocente.

1 comentario:

Jorge del Camino dijo...

estabas enamorada de tí misma y el te lo supo demostrar.
...y lo has reconocido maravaillosamente.
gracias